DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

10 de diciembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, viernes 10 de diciembre

Hechos, capítulos 12 al 14

Dios oye la oración de la iglesia reunida en Su nombre, y escucha también la oración de cada santo que dobla sus rodillas y clama a El guiado por Su Espíritu.
Y Dios responde según Su voluntad soberana y perfecta...
A veces nos sana, otras veces nos consuela en medio de la enfermedad; a veces aligera nuestra carga, y otras veces renueva nuestras fuerzas para seguir llevándola; a veces nos libra de situaciones adversas, y otras veces nos da valor para pasar por ellas...

A Jacobo permitió que lo mataran, y a Pedro lo liberó de la cárcel (Hechos 12:2, 7, 11)
El Señor conoce a los suyos y sabe lo que es mejor para sus vidas.

No oremos de manera caprichosa y obstinada tratando de mover a Dios según nuestros deseos. Oremos despojándonos de nuestra voluntad y permitiendo que sea Su Espíritu quien nos guíe para pedir como conviene y de acuerdo a lo que está en el corazón del Padre.

Aceptemos cada una de Sus respuestas y confiemos en la elección de las circunstancias que provee el Señor a nuestras vidas para que crezcamos en fe, en sabiduría, en gracia y en paciencia.

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