DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

10 de noviembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, miércoles 10 de noviembre

Mateo, capítulos 11 al 13

Vengan a Mí todos los que están trabajados y cargados, y yo les haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán desanso para sus almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. (Mateo 11:28-30)

Depositemos en Cristo las preocupaciones que cargan nuestra alma; toda ansiedad y el cansancio que nos produce la vida, llevémoslos ante Su presencia cada día... Debemos aprender a buscar descanso en El.
Sometamos nuestra voluntad a la Suya, porque la vida del cristiano no consiste en agradarse a sí mismo y decidir qué hacer o dónde ir; consiste en agradar al Padre y hacer Su voluntad. Ese es el yugo de Cristo, fácil y liviano; el que lo lleva, tendrá reposo para su alma. No carguemos otros yugos que parecen más atractivos, sólo el yugo de Cristo producirá sosiego y paz en nuestro corazón.

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