DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

11 de noviembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, jueves 11 de septiembre

Mateo, capítulos 14 al 16

Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará. ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?... (Mateo 16:24-26)

El que quiere ser discípulo de Cristo tiene que negarse a sí mismo: a su propia voluntad, a los deseos impuros que batallan contra el alma, a cada pensamiento que no concuerda con la mente del Señor... y también debe llevar la cruz. No podemos ser verdaderos seguidores de Jesús si no cargamos la cruz, por medio de la cual morimos al mundo, y el mundo con todos sus deseos muere para nosotros.

Que podamos decir junto con Pablo:
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20)

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