DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

20 de octubre de 2010

Nuestra lectura de hoy, miércoles 20 de octubre

Joel, capítulos 1 al 3

Conviértanse a mí, dice el Señor, de todo corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasguen su corazón... conviértanse a Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.
Proclamen ayuno y santifíquense. (Joel 2:12-13, 15-16)

La urgencia con que el Señor nos recuerda constantemente que nos volvamos a Dios es para nuestro bien, para atraernos nuevamente a Su camino y salvar nuestras almas. La vida en esta tierra nos seduce día a día, tratando de distraernos y desviarnos de nuestro objetivo... Tengamos cuidado de no enredarnos en ella...

"Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día". (Lucas 21:34)

Este es el tiempo de ayunar, de inclinar nuestro corazón para buscar al Señor y responder a Su llamado.

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