DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

6 de septiembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, lunes 6 de septiembre

Isaías, capítulo 66
Jeremías, capítulos 1 y 2

El Señor llamó, y no le respondieron; habló, y no le oyeron, sino que hicieron lo malo delante de Sus ojos, y escogieron lo que le desagrada. Amaron sus propios caminos, y se deleitaron en sus abominaciones. Le dejaron a El, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua. Se olvidaron del Señor durante mucho tiempo y ahora comprueban cuán malo y amargo es haberlo abandonado, y no haber tenido temor de Su nombre.
(Isaías 66:3-4 / Jeremías 2:13, 19, 32)


Volvamos pronto a la fuente de agua viva, volvamos corriendo a beber de Sus aguas. Ninguna otra agua podrá satisfacer realmente la sed de nuestras almas. Regresemos a Cristo, y abandonemos todo camino de impiedad.

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