DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

1 de abril de 2010

Nuestra lectura de hoy, jueves 1 de abril

2 Samuel, capítulos 4 al 6

"El Señor ha redimido mi alma de toda angustia." (2 Samuel 4:9)

David tuvo muchos motivos para estar angustiado: tuvo que dejar su tierra, su familia, y amistades, y huir para salvar su vida de un rey celoso que quería matarlo e impedir que la promesa de Dios se cumpliera en su vida... Tuvo que refugiarse en cuevas oscuras y húmedas, sufrir el calor de los desiertos, trepar por los montes... rodeado de peligros, cansado y con hambre... Se sumaron para acompañarle hombres afligidos, endeudados, pobres, desconformes y violentos... Sufrió la vergüenza y humillación de quienes no comprendían sus circunstancias y pensaban que Dios lo había abandonado; también sufrió desprecios y burlas.Todo su entorno aportaba grandes angustias a su alma.
Pero David se refugió en Dios y descargó delante de El todo su dolor y esperó pacientemente Su salvación.

"Pacientemente esperé a Jehová,
y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso;
puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios." (Salmo 40:1-3)
El Señor le ayudó a soportar fielmente los sufrimientos sin que desmayara su confianza en El.
Nosotros también contamos con Su ayuda y socorro en tiempos de adversidad, para que las angustias que Dios permite en nuestras vidas nos aporten madurez, mayor confianza y dependencia de Su voluntad.
El Espíritu Santo es nuestro Consolador en los tiempos de aflicción... Esta es la promesa de Jesús para cada hijo de Dios. (Juan 14:16-17)

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