"El Señor ha redimido mi alma de toda angustia." (2 Samuel 4:9)
David tuvo muchos motivos para estar angustiado: tuvo que dejar su tierra, su familia, y amistades, y huir para salvar su vida de un rey celoso que quería matarlo e impedir que la promesa de Dios se cumpliera en su vida... Tuvo que refugiarse en cuevas oscuras y húmedas, sufrir el calor de los desiertos, trepar por los montes... rodeado de peligros, cansado y con hambre... Se sumaron para acompañarle hombres afligidos, endeudados, pobres, desconformes y violentos... Sufrió la vergüenza y humillación de quienes no comprendían sus circunstancias y pensaban que Dios lo había abandonado; también sufrió desprecios y burlas.Todo su entorno aportaba grandes angustias a su alma.
Pero David se refugió en Dios y descargó delante de El todo su dolor y esperó pacientemente Su salvación.
"Pacientemente esperé a Jehová,
y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso;
puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios." (Salmo 40:1-3)
◘
El Señor le ayudó a soportar fielmente los sufrimientos sin que desmayara su confianza en El.
Nosotros también contamos con Su ayuda y socorro en tiempos de adversidad, para que las angustias que Dios permite en nuestras vidas nos aporten madurez, mayor confianza y dependencia de Su voluntad.
El Espíritu Santo es nuestro Consolador en los tiempos de aflicción... Esta es la promesa de Jesús para cada hijo de Dios. (Juan 14:16-17)
◘
No hay comentarios:
Publicar un comentario