DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

27 de marzo de 2010

Nuestra lectura de hoy, sábado 27 de marzo

1 Samuel, capítulos 20 al 22

Saúl vio que Dios estaba con David y le ayudaba en todo... y tuvo celos de él y comenzó a buscar la oportunidad de matarlo. Dos veces le arrojó su lanza para clavarlo en la pared, pero David ambas veces la esquivó. Y al ver que cerca de Saúl su vida corría peligro.... huyó. No dividió el reino, no tomó venganza, ni reunió a todos los que estaban a su favor... simplemente se fue solo.
Y anduvo como errante por los desiertos, por los montes, las cuevas y cavernas... Y Dios proveyó singular compañía para David: lo buscaron todos los afligidos, los que tenían deudas, los amargados, los oprimidos... 400 hombres en total que le seguían por donde él iba. (1 Samuel 22:2) David pudo haberlos rechazado y haberse buscado gente mejor para rodearse, pero estaba dispuesto a permitir que Dios creara sus circunstancias a Su manera...

David tenía la promesa de reinar sobre Israel, pero no buscó que se hiciera realidad a la fuerza... esperó en Dios, en Sus tiempos, y aceptó Su voluntad en todo...
Un hombre quebrantado, que con sus actitudes enseñaba a los que estaban a su lado y les contagiaba su lealtad y obediencia a Dios.

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