DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

29 de marzo de 2010

Nuestra lectura de hoy, lunes 29 de marzo

1 Samuel, capítulos 26 al 28

David nunca levantó su mano contra Saúl, tuvo oportunidades para hacerlo, pero decidió honrar y respetar la vida del hombre que Dios había establecido como rey. Era una autoridad, y por más equivocada que estuviera, David no iba a mover ni un dedo para derrocarla. El esperaba la intervención de Dios, aunque sus sufrimientos se prolongaran... (1 Samuel 26:9-11)

Hay muchas autoridades injustas en este mundo... en el gobierno, en el trabajo, aún en la iglesia... y podemos ser tentados a hablar mal de ellas, a rebelarnos contra ellas, a buscar aliados, a intervenir según nuestra justicia...
Sin embargo, es mejor acudir a Dios y exponer toda obra injusta delante de Su trono y esperar que El actúe. El que busca refugio en Dios, encuentra protección bajo Su sombra. (Salmo 91:1)
Dios obra cuando nosotros permanecemos quietos delante de El, esperando Su salvación. En el proceso tal vez suframos, pero los sufrimientos causados por obedecer a Dios producen en nosotros paciencia y un corazón quebrantado y rendido a Su voluntad.

"Si haciendo lo bueno sufrimos y lo soportamos, esto ciertamente es aprobado delante de Dios." (1 Pedro 2:20)

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