DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

25 de marzo de 2010

Nuestra lectura de hoy, jueves 25 de marzo

1 Samuel, capítulos 14 al 16

"Dios no mira lo que mira el hombre; pues el hombre se fija en las apariencias, pero Dios mira el corazón." (1 Samuel 16:7)

La Biblia describe a Saúl como un hombre joven y hermoso. Entre los israelitas de su época, no había otro más apuesto que él. (1 Samuel 9:2) Cuando comenzó a reinar se enfrentó a sus enemigos y salió victorioso. Exteriormente era atractivo, capaz, valiente... Sin embargo, su corazón tenía otra condición... era desobediente a Dios, tomaba decisiones presionado por las circunstancias, temía al pueblo y consentía la voz de ellos pasando por alto la voz del Señor y Sus instrucciones... Y a causa de su rebeldía, Dios rechazó su reinado.
Y buscó el Señor entre los hombres y encontró en David, un simple pastor de ovejas ignorado hasta por su familia, un corazón que le amaba con sinceridad, un corazón quebrantado que apreciaba la compañía de Dios y le adoraba en medio de su solitaria y ruda labor. Y le agradó a Dios y lo escogió para reinar sobre Israel.

Dios no mira la estatura, ni el coeficiente intelectual, a El no le impresiona la elocuencia en el hablar ni la capacidad para liderar o atraer gente... Dios mira el corazón; y más que ninguna otra cosa, a El le agrada nuestra obediencia. El Señor busca hombres y mujeres que le amen y le obedezcan, que atiendan Su Palabra y la pongan en práctica.

Para Dios la rebeldía es tan grave como el pecado de adivinación; y ser obstinado es igual que ser idólatra. (1 Samuel 15:23)

Cómo está nuestro corazón? A los hombres podemos engañarlos, pero nadie engaña a Dios.
Si escuchamos hoy Su voz... prestémosle atención y obedezcamos Sus palabras. Temamos a Dios antes que a los hombres.

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