DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

30 de enero de 2010

Nuestra lectura de hoy, sábado 30 de enero

Exodo, capítulos 38 al 40

Los israelitas terminaron la construcción del tabernáculo, y lo hicieron todo tal cual Dios lo había ordenado. (Exodo 39:32,43)
Entonces una nube cubrió el santuario y la gloria de Dios descendió llenando el tabernáculo. (Exodo 40:34)
Esa era la presencia de Dios prometida al pueblo para acompañarlos, protegerles y guiarles.

Hoy contamos con la presencia del Espíritu Santo morando en el corazón de cada hijo de Dios. (Juan 14:16-17) Y El es quien nos enseña la Verdad y nos guía para que vivamos en ella, recordándonos todo lo que Jesús nos enseñó.

No vivamos según los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa, si vivimos de acuerdo a ellos... moriremos separados de Dios... Vivamos en luz como hijos de Dios; haciendo morir, por medio de Su Espíritu, todo deseo impuro; permaneciendo en Su verdad y amor, y prefiriendo Su voluntad antes que la nuestra.

"Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios." (Romanos 8:13-14)


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