• Exodo, capítulos 20 al 22
Moisés recibió de parte de Dios, una serie de instrucciones y mandamientos para transmitir y enseñar al pueblo, conocida como: "la ley de Moisés". Los hebreos debían cumplir esa ley para ser justos delante de Dios.
Cuando Jesús vino, trajo consigo un nuevo pacto... ya no estamos sometidos a la ley, ella sólo sirve para que reconozcamos que somos pecadores. Pero no nos justifica; nuestras buenas obras no alcanzan para ser salvos...
Dios nos libra de culpa por medio de la fe en Jesucristo; y lo hace por igual con todos los que creen, pues todos han pecado y están lejos de la presencia salvadora de Dios. Pero Dios, en Su bondad y gratuitamente, nos ha librado de culpa, por la sangre que Cristo Jesús derramó como instrumento de perdón. (Romanos 3:20-28)
De esta manera, no tenemos de qué jactarnos, pues no nos salvan nuestras obras... sino sólo la fe en Jesús!
Ya no estamos sujetos a la ley, sino a la bondad de Dios. ¿Entonces que? ¿Vamos a pecar porque no estamos sujetos a la ley...? ¡Claro que no! Quien siempre obedece a un amo, llega a ser su esclavo... Podemos servir al pecado y morir esclavos de él, o bien obedecer a Dios para vivir una vida de rectitud. (Romanos 6:14-18)
Y los que han creído en Cristo, han recibido el poder del Espíritu Santo para no pecar.
Ninguno que sea hijo de Dios practica el pecado, porque tiene la vida que Dios le ha dado; y no puede pecar porque es hijo de Dios.
Se sabe quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo, porque cualquiera que no hace el bien o no ama a su hermano, no es de Dios. (1Juan 3:9-10)
El que ama a Dios, no practica el pecado.
Andemos como corresponde a hijos de Dios.
Vivamos en santidad... porque nuestro Dios es santo.
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