DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

19 de diciembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, domingo 19 de diciembre

Romanos, capítulos 11 al 13

No nos amoldemos al estilo de vida de este mundo, renovemos nuestra manera de pensar para que sea acorde a la voluntad de Dios.

Aborrezcamos lo malo, sigamos lo bueno.

Amemos a nuestros hermanos en la fe con amor fraternal; respetémonos y honrémonos mutuamente.

Hagamos nuestras las necesidades de los que pertenecen al pueblo de Dios, compartiendo con quienes están necesitados.

Bendigamos a quienes nos hacen mal... Bendigamos, y no maldigamos. Ayudemos a nuestros enemigos; si tienen hambre, démosles para comer y si tienen sed, démosles de beber.

Seamos diligentes en nuestro servicio al Señor, según Su Espíritu nos guíe.

Vivamos alegres por la esperanza que tenemos, soportemos con valor los sufrimientos, y no dejemos nunca de orar.

No seamos altivos, acerquémonos a los humildes.

No devolvamos a nadie mal por mal. Procuremos hacer lo bueno.

Busquemos estar en paz con todos. No nos venguemos nosotros mismos, encomendemos nuestras causas en las manos de Dios y dejemos que El sea quien nos haga justicia.

No nos dejemos vencer por lo malo; al contrario, venzamos con el bien el mal.

No tengamos deudas pendientes con nadie. Paguemos a todos lo que les debamos.

Amemos al prójimo como a nosotros mismos.

Desechemos las obras que provienen de las tinieblas y vivamos en luz, decentemente como corresponde a hijos de Dios. No andemos en glotonerías y borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas o envidias.

Revistámonos del Señor Jesucristo, y no satisfagamos los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa. (Romanos 12 y 13)

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