DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

19 de noviembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, viernes 19 de noviembre

Marcos, capítulos 10 al 12

¡Qué difícil le es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas! (Marcos 10:24)


En abundancia o en escasez, nuestra confianza debe estar puesta siempre en el Señor.
La vida de un cristiano no consiste en afanarse por amontonar bienes materiales en esta tierra; está bien tenerlos y hacer buen uso de ellos.... pero ese no es el objetivo por el cual vivimos y nos movemos. Nuestro Dios es el Señor, y sólo El debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón. El amor al dinero nos esclaviza y nos aparta de Su voluntad.
A quién estamos sirviendo realmente? Al dios de este siglo, o al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo?

Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. (Mateo 6:24)

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