DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

29 de noviembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, lunes 29 de noviembre

Lucas, capítulo 24
Juan, capítulos 1 y 2

La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre, vino a este mundo. En el mundo creado por El estuvo... pero el mundo no Le reconoció. Vino a lo que era Suyo, pero los suyos no le recibieron...
Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. (Juan 1:9-12)

Jesús es el Verbo de Dios y la Luz verdadera que descendió del cielo para traer salvación a la humanidad. Pero es notable ver cómo hasta el día de hoy los hombres y mujeres siguen rechazando a Cristo y se niegan a aceptar Su salvación. Es triste ver cómo prefieren la oscuridad de sus caminos antes que recibir la luz que Jesús ofrece. Teniendo la oportunidad de convertirse en hijos de Dios, se rehúsan a creer en Cristo y eligen seguir practicando la maldad según los deseos de su corazón.
Pero qué dichosos son los que han creído en Su nombre y le han recibido. Ellos han sido adoptados por Dios como hijos Suyos, y en ellos ahora resplandece la luz del Señor Jesús.

La oportunidad de ser salvos es para todos, pero la decisión de recibir a Cristo es personal. Dios no obliga a nadie a ser Su hijo; voluntariamente debemos volvernos a El invocando el nombre de Jesucristo.

Sé sabio al decidir en tu corazón qué vas a hacer. La decisión que tomes tendrá consecuencias eternas para vida o muerte, salvación o perdición...

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