DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

15 de julio de 2010

Nuestra lectura de hoy, jueves 15 de julio

Salmos, capítulos 108 al 110

"Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, y sobre la tierra sea enaltecida tu gloria." (Salmo 108:5)
Y en la vida de los que te aman sea glorificado tu nombre...

Este mundo, habiendo conocido a Dios, no le ha glorificado como a Dios, ni le han dado gracias; no han honrado Su nombre... sino que han vuelto sus espaldas contra El, envaneciéndose en sus razonamientos, haciéndose necios, y entregándose a las concupiscencias de sus corazones.

Por no tener en cuenta a Dios, se han entregado a hacer cosas que no convienen. Sus vidas están llenas de injusticia, inmoralidad, perversidad, avaricia, maldad, engaños, envidias, soberbia... Son inventores de males, enemigos de Dios; aborrecen Su Palabra. Saben muy bien que Dios ha decretado que quienes practican estas cosas merecen la muerte; y sin embargo las siguen haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan.

Dios pagará a cada uno conforme a sus obras, quienes perseveran en su maldad sin arrepentirse de ella, están amontonando castigo para el día de juicio...

Pero los que hemos creído en Cristo, huyamos de todas estas cosas; vivamos en santidad glorificando a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu porque le pertenecen a El. (Romanos 1:21-32, 2:5-6 1 Corintios 6:18-20)

Si sufrimos por obedecer a Dios y vivir según Su verdad, no temamos; sigamos honrando a Cristo como Señor en nuestros corazones. Y estemos siempre preparados para responder con respeto y humildad, a todo el que nos pida razón de la esperanza que tenemos.
El fin de todas las cosas se acerca; seamos sobrios y velemos en oración.
(1Pedro 3:14-15, 4:7)

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