DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

19 de junio de 2010

Nuestra lectura de hoy, sábado 19 de junio

Salmos, capítulos 30 al 32

Bienaventurado aquel cuyo pecado ha sido perdonado y lavado por la sangre del Cordero que es Cristo. Bienaventurado aquel que se aparta del mal, y en cuyo espíritu no hay engaño.
El que calla su pecado y lo oculta, no puede recibir perdón. Pero el que confiesa sus transgresiones al Señor, y se arrepiente de ellas, será perdonado. Dios perdonará la maldad de su pecado.

Busquemos ahora al Señor, en el tiempo en que puede ser hallado. No seamos tercos como el caballo o el mulo, que necesitan ser sujetados con cabestro y con freno para ser amansados. No nos obstinemos en vivir alejados de Dios y en ocultarle la iniquidad de nuestro corazón. (Salmo32)
Jesucristo se compadece de nuestras debilidades; acerquémonos pues junto con El, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y oportuno socorro. (Hebreos 4:15-16)
Vivamos en santidad, porque sin santidad nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14)

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