DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

16 de mayo de 2010

Nuestra lectura de hoy, domingo 16 de mayo

Esdras, capítulos 3 al 5

Cumplidos los 70 años de cautiverio en Babilonia, Ciro, rey de Persia, convocó al pueblo de Judá y los envió a su tierra para reedificar el templo de Jerusalén. Regresaron entonces a su tierra miles de judíos animados por Dios para comenzar a reconstruir nuevamente la nación.
Una vez establecidos, iniciaron rápidamente las obras de reconstrucción. Pero al saberlo sus enemigos, se propusieron estorbar la obra para que no edificaran; y fueron a ellos y hablaron palabras de desánimo al pueblo y los atemorizaron. (Esdras 4:1-5)

El temor y el desánimo son viejas estrategias de nuestro adversario el diablo para que no llevemos a cabo la obra que el Señor nos encomienda. A él le molesta cuando somos obedientes a Dios y nos disponemos a cumplir Su voluntad; se enfurece cuando ve que nuestras vidas están siendo restauradas y nuestro corazón se ha vuelto al Señor. No temamos, sigamos confiando en el Señor y haciendo diligentemente Su voluntad recordando que, si permanecemos bajo la sombra de Su protección (Salmo 91:1), El nos amparará y renovará cada día nuestras fuerzas para continuar.

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