DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

16 de abril de 2010

Nuestra lectura de hoy, viernes 16 de abril

2 Reyes, capítulos 3 al 5

Era viuda, tenía deudas que no podía pagar, y dos hijos a punto de ser tomados como esclavos por sus acreedores. En su casa no había nada de valor, sólo una vasija de aceite; ese era todo su capital. (2 Reyes 4:1-7)


Dios permite circunstancias adversas para probar el corazón de sus hijos... pero nunca los desamparará. (Salmo 37:25)
Las dificultades que El permite que lleguen a nuestras vidas son para que crezcamos, y nuestra fe se fortalezca, y para que Su nombre sea glorificado en medio de ellas. Cuanto mayor es la imposibilidad, más grande será la intervención de Dios si clamamos a El.

Dios obró un milagro por medio del profeta Eliseo, y el aceite de la única vasija que la viuda tenía fluyó hasta llenar todas las vasijas prestadas que pudo conseguir. Y de la venta del mismo obtuvo lo suficiente para saldar sus deudas y para seguir viviendo con sus hijos.

Si aprendemos a llevar nuestras cargas a Sus pies y a solucionar nuestros problemas de rodillas, comprobaremos la fidelidad de Dios y enfrentaremos cada problema con Su paz.

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