DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

5 de marzo de 2010

Nuestra lectura de hoy, viernes 5 de marzo

Josué, capítulos 3 al 5

Dios no abandonó a los israelitas en el desierto. El fue siempre fiel, a pesar de la infidelidad reiterada de ellos.

Dios les condujo, enseñándoles durante el camino a obedecerle y temer Su nombre.
Dios hizo maravillas desplegando Su poder frente a los ojos de todo el pueblo.

Para cada imposible con el que se topaban los israelitas, Dios tenía una solución.
Llegando todo el pueblo al río Jordán, Dios hizo un nuevo milagro, dividiendo las aguas y permitiendo que pudieran cruzarlo en seco como había sucedido también con Moisés en el Mar Rojo. (Josué 3)

Para Dios no hay nada imposible. Si nos dejamos guiar por El, le veremos marchando delante nuestro, abriendo caminos, obrando milagros, conduciéndonos a verdes pastos y a aguas de reposo.
El confortará nuestra alma en medio de las pruebas y durante el desierto; El nos mostrará el camino...

Dice el Señor:
"Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad."
(Isaías 43:19)

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