DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21
31 de diciembre de 2011
Mensaje de Fin de Año
Queridos amigos, y hermanos en Cristo:
Al dar vuelta la útima página de este año, deseo acercarme a ustedes a través de estas líneas para desearles un nuevo año en donde podamos buscar a Dios de todo corazón y crecer en el conocimiento de Su amado Hijo.
Al fin, el todo de la vida consiste en eso... en que le conozcamos a Él...
Hay muchos entre ustedes que están buscando a Dios... y ésta es la promesa para los que le buscan sinceramente: “le encontrarán”. Si le buscan a través de Cristo, verdaderamente le hallarán.
También hay entre nosotros muchos que ya hemos conocido a Cristo y hemos depositado nuestra fe en Él; mas no nos quedemos allí, contentos con la salvación, cuidémosla con temor viviendo en luz y en santidad. Cultivemos con paciencia y perseverancia todos los frutos que produce la presencia del Espíritu Santo en el corazón de cada verdadero discípulo de Jesús. Y éstos son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Es necesario que nosotros mengüemos y que Cristo crezca dentro nuestro hasta llenarlo todo.
Igual que una semilla debe ‘morir’ primero bajo tierra para que germine la vida que hay en su interior, así también es necesario que los que hemos recibido la nueva vida de Cristo, muramos a nosotros mismos cada día para que esa vida de resurrección se desarrolle, crezca y dé fruto agradable para nuestro Dios y Padre.
Para este nuevo año que comienza, no les deseo éxito, ni felicidad, ni prosperidad material, ni bienestar... esos son los ‘buenos’ deseos de este mundo. Pero para los hijos de Dios, hay un deseo superior: Ser cada día más semejantes a Jesucristo. Y esa transformación vendrá muchas veces de la mano de la aflicción; pero producirá en nosotros cada vez un mayor peso de gloria.
Permanezcamos este nuevo año en las palabras de Jesús para no ser arrastrados por corrientes que no provienen del verdadero evangelio.
Si guardamos Sus palabras, Su amor se perfeccionará en nuestras vidas y permaneceremos unidos a Él para andar como Él anduvo. (Juan 2:4-6)
¿Y qué decir del año que termina?
Sólo puedo presentarme delante del Señor con un corazón agradecido por Su amor que es eterno, por Su misericordia y bondad que se han renovado cada mañana, por su fidelidad más alta que los cielos, y por Su disciplina que aunque ha dolido, fue conquistando un poco más del terreno árido de mi corazón para extender allí Su reino. Todavía falta, pero sé que Él no abandonará la obra de Sus manos, la seguirá completando en el nuevo año que tenemos por delante.
Nuestro amoroso Padre celestial seguirá perfeccionando a cada uno de sus hijos.
Les dejo con estos versículos:
“Anda delante de Mí, y sé perfecto.” (Génesis 17:1)
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (Mateo 5:48)
Les saludo cordialmente en Cristo Jesús, quién nos ha amado desde antes de la fundación del mundo,
Palabras para Animar.
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