DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

22 de diciembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, miércoles 22 de diciembre

1 Corintios, capítulos 4 al 6

La Palabra de Dios nos advierte que:

Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (1 Corintios 6:9-11)

Quienes han practicado algo de esto, al creer en Cristo son lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios, no para seguir viviendo en pecado sino para comenzar una nueva vida en santidad.

Abandonemos las obras que nos separan de Dios.

Huyamos de la fornicación. El que fornica, peca contra su propio cuerpo. No ignoremos que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, hemos sido comprados por la sangre de Cristo; por tanto, glorifiquemos a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, los cuales son Suyos. (1 Corintios 6:18-20)

Fuimos llamados por Dios a ser santos, vivamos como hijos Suyos y honremos a nuestro Señor con nuestra manera de vivir.

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