DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

14 de diciembre de 2010

Nuestra lectura de hoy, martes 14 de diciembre

Hechos, capítulos 24 al 26

El apóstol Pablo fue un verdadero misionero; él llevó con valor el mensaje de Cristo por Asia y parte de Europa. En sus viajes fue perseguido, azotado, golpeado, encarcelado, apedreado, difamado... padeció todo tipo de peligros, desvelos, hambre, sed, frío, naufragios, ayunos, desnudez, fatiga... además de la preocupación constante que tenía por todas las iglesias. Sin embargo, ninguna de todas estas tribulaciones pudieron separarlo del amor de Cristo Jesús. Aprendió a contentarse cualquiera fuese su situación, y a gozarse en medio del sufrimiento por amor a Cristo.

Completó su carrera realizando fielmente la obra que el Señor le encomendó. Corrió con sus ojos puestos en la meta, para alcanzar el premio que Dios tiene preparado por medio de Jesucristo.

Animémonos a correr como Pablo con diligencia y fidelidad.
Anunciemos donde estemos el mensaje de salvación, gloriándonos sólo en la cruz de Cristo y gozándonos en la adversidad. Que nada ni nadie nos separe del amor que es en Cristo Jesús, Salvador nuestro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario