"Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser Su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios." (Salmo 103:2)
Animemos a nuestra alma a bendecir al Señor y a recordar todo el bien que El le ha hecho a nuestras vidas...
El es quien perdona nuestras iniquidades, el que sana nuestras dolencias, quien rescata del hoyo nuestras vidas, y nos muestra Su misericordia; con Su Palabra alimenta nuestro espíritu y renueva nuestras fuerzas. Con Su mano nos sostiene y Su sombra es nuestra protección.
Alma mía: ¡Bendice al Señor!
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