DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

19 de mayo de 2010

Nuestra lectura de hoy, miércoles 19 de mayo

Nehemías, capítulos 2 al 4

Los enemigos del pueblo de Israel se enfurecieron al saber que el muro de Jerusalén estaba siendo reparado, y conspiraron contra ellos todo el tiempo para desanimarles y estorbar la obra que habían comenzado. Pero Nehemías alentó al pueblo diciéndoles: "No teman delante de sus enemigos, acuérdense del Señor, grande y temible. Luchen por sus hermanos, por sus hijos, por sus hijas, por sus mujeres y sus casas" (Nehemías 4:14-15). Y la obra no se detuvo; con una mano trabajaban y con la otra tenían la espada, estaban listos para defenderse.

Cuando nos proponemos buscar al Señor, e inclinar nuestro corazón hacia El, estamos enfureciendo a nuestro adversario el diablo. Y sus dardos de fuego van a ser dirigidos hacia nosotros para desanimarnos, detenernos, distraernos y apabullarnos. Que nada de eso se convierta en un impedimento para seguir buscando a Dios. Recordemos que más poderoso es El que está con nosotros. Sigamos peleando la buena batalla, sigamos luchando por mantenernos fieles a Aquel que nos llamó. Animemos también a nuestros hermanos en la fe, y a nuestra familia a perseverar revestidos como buenos cristianos con toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18), que es nuestra defensa contra los ataques del maligno.

Hagamos todo lo que debemos hacer a diario, pero no olvidemos llevar con nosotros la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios morando abundantemente en nuestro corazón.

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