Algunos amigos se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido a Job, y decidieron ir a verlo para 'consolarlo y acompañarlo en su dolor'. Pero estando junto a él, comenzaron a hablar y a interpretar lo acontecido según el entendimiento que cada uno tenía. Y al fin, las palabras y opiniones de estos amigos en vez de confortarlo, agobiaron y atribularon aún más al pobre Job.
Cuántas veces examinamos de manera equivocada la vida de nuestros hermanos que están siendo probados en su fe, o quebrantados. Qué rápidos somos para opinar, acusar y juzgar según nuestro razonamiento. Seamos prudentes; en vez de sacar conclusiones rápidas, inquiramos delante de Dios, y consultémosle a El para poder comprender. No somos jueces de nuestros hermanos. Sólo Dios es juez justo.
"Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidamos no poner tropiezo u ocasión de caer a nuestro hermano." (Romanos 14:13)
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