DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

8 de marzo de 2010

Nuestra lectura de hoy, lunes 8 de marzo

Josué, capítulos 12 al 14

Caleb fue uno de los doce espías que envió Moisés para reconocer la tierra prometida. Diez de esos espías volvieron desanimados y asustados, pero Caleb y Josué animaron al pueblo a avanzar sin temor y poseer Canaán aunque encontraran allí gigantes y ciudades fortificadas.

Caleb le creyó a Dios, mantuvo sus ojos puestos en El, confíó plenamente en Su Palabra y las dificultades no pudieron atemorizarlo ni desanimarlo. (Números 13)

Cuarenta y cinco años más tarde, El entró en Canaán junto con el pueblo de Israel y pudieron hacer frente a sus enemigos y conquistar la tierra; y Caleb recibió como herencia la ciudad de Hebrón. Herencia de su fe y confianza en Dios... (Josué 14:6-15)

No nos miremos a nosotros mismos ni a las circunstancias que nos rodean... Alcemos nuestros ojos al cielo... y creamos que nuestro socorro está en el nombre del Señor! De El recibimos la fuerza necesaria para continuar sin desmayar.

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