DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

26 de febrero de 2010

Nuestra lectura de hoy, viernes 26 de febrero

Deuteronomio, capítulos 16 al 18

No sigamos la corriente de este mundo... no aprendamos las costumbres de quienes no conocen a Dios, no imitemos su manera de vivir. (Deuteronomio 18:9)
Más bien, perfeccionémonos en nuestra relación con Dios. (Deuteronomio 18:13)

No amemos al mundo, ni las cosas que están en el mundo... Porque todo lo que hay en el mundo: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. (1 Juan 2:15-16)

Nosotros somos la luz del mundo... Alumbre nuestra luz delante de los hombres, para que puedan ver a Cristo a través de nuestra manera de vivir y Dios sea glorificado. (Mateo 5:14)

El mundo pasa con todos sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre! (1 Juan 2:17)

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