DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

25 de enero de 2011

Nuestra lectura de hoy, martes 25 de enero

Apocalipsis, capítulos 1 al 3

Trabajemos arduamente por amor de Su nombre, con paciencia, sin desmayar y sin perder el primer amor.
El que salga vencedor, comerá del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.

Aunque seamos probados y padezcamos tribulaciones, mantengámonos fieles hasta la muerte, y El nos dará la corona de vida.

No neguemos la fe que tenemos en Cristo, retengamos Su nombre en medio de esta generación perversa en que vivimos. Y al final recibiremos un nombre nuevo dado por nuestro Señor.

El Señor escudriña la mente y el corazón para dar a cada uno según sus obras. Retengamos lo que tenemos hasta que El venga.
Quienes guarden Sus obras hasta el fin, tendrán autoridad sobre las naciones, y recibirán la estrella de la mañana.

Estemos vigilantes y afirmemos nuestros corazones en el Señor. Recordemos lo que hemos recibido y oído y guardémoslo. Si no velamos, El vendrá como ladrón y nos encontrará desprevenidos.
Pero quienes se mantengan sin mancha, caminarán con El con vestiduras blancas y sus nombres no serán borrados del libro de la vida, sino que el mismo Señor los nombrará delante del Padre y de Sus ángeles.

Aunque nuestras fuerzas sean pocas, guardemos Su Palabra y no neguemos Su nombre, y seremos guardados en la hora de la prueba que vendrá sobre el mundo entero. El Señor viene pronto; retengamos lo que tenemos para que ninguno tome nuestra corona.
Los vencedores serán columnas en el templo de Dios, y llevarán escrito Su nombre sobre ellos.

Ay, de los que son tibios!! El Señor los vomitará de Su boca. Ellos creen que no les hace falta nada pero a los ojos de Dios son desventurados, miserables, están pobres, ciegos y desnudos. El reprende y disciplina a los que ama, por eso nos advierte para que nos arrepintamos a tiempo y acudamos a El para cubrir nuestra vergüenza, pobreza, ceguera y desnudez espiritual. Ahora es el tiempo de volvernos a El.
El Señor está a la puerta llamando; si alguno oye Su voz y le abre, El entrará y cenarán juntos.
Los vencedores se sentarán con El en Su trono.

El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a la iglesia.

Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con Su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes parara Dios, su Padre; a El sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 1:5-6, 8)

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