DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

23 de enero de 2011

Nuestra lectura de hoy, domingo 23 de enero

1 Juan, capítulos 3 al 5

Prácticamente toda la primera carta del apóstol Juan nos habla sobre el amor de Dios hacia nosotros, y el amor que nosotros debemos mostrar hacia nuestros hermanos.
Un resumen de los últimos 3 capítulos:

Cuánto amor nos ha mostrado el Padre para llamarnos Sus hijos!

Y esto nos ha mandado Dios: 'Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros.'

El que no hace justicia, y el que no ama a su hermano, no es de Dios.
Sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a nuestros hermanos.
El que no ama a su hermano, permanece muerto.
Aquel que aborrece a su hermano es homicida; y en ningún homicida permanece la vida eterna.
Si alguien tiene bienes materiales y no es compasivo con su hermano que está pasando necesidad, ¿cómo habita el amor de Dios en él?
No amemos de palabra ni de labios para fuera, sino con hechos y de verdad.

El que guarda Su mandamiento permanece en Dios, y Dios en él. Porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. Pero el que no ama, no le conoce porque Dios es amor.
El ha mostrado Su amor para con nosotros, en que envió a Su hijo unigénito al mundo, para que vivamos por medio de El.
Si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. El que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Si decimos que amamos a Dios, pero odiamos a nuestro hermano... somos mentirosos. Si amamos a Dios debemos amar también a nuestros hermanos.

Los que han nacido de Dios, no practican el pecado pues Aquel, que fue engendrado por Dios, Jesucristo, les guarda, y el maligno no les toca.

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