DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

15 de marzo de 2010

Nuestra lectura de hoy, lunes 15 de marzo

Jueces, capítulos 9 al 11

La ambición de poder nos ciega, podemos llegar a la cima destruyendo a todo aquel que represente una amenaza o se nos interponga para lograr nuestros propósitos. (Jueces 9:1-6)

Es mejor vencerse a uno mismo, conquistar nuestro corazón... que conquistar el mundo y perder la salvación del alma... (Proverbios 16:32)

Aquellos cuya autoridad proviene de Dios, no se preocupan, no temen perderla porque no es suya, Dios los ha investido de ella; no buscan seguidores ni respaldo humano. Su apoyo es Dios y Su eterno poder.

No ambicionemos el poder; ambicionemos conocer a Dios, amarle con todo el corazón y que Su voluntad se cumpla en nuestras vidas.

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