DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE DIO A SU ÚNICO HIJO, para que TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
EL QUE EN EL CREE, NO ES CONDENADO; pero el que no cree, ya ha sido condenado...
Y esta es la condenación: que LA LUZ VINO AL MUNDO, Y LOS HOMBRES AMARON MÁS LAS TINIEBLAS QUE LA LUZ, porque sus obras eran malas.
Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a ella para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3:16-21

23 de febrero de 2010

Nuestra lectura de hoy, martes 23 de febrero

Deuteronomio, capítulos 7 al 9

Como disciplina un padre a su hijo, así disciplina el Señor, nuestro Dios, a sus hijos para enderezar sus corazones. (Deuteronomio 8:5)

Ninguna disciplina es agradable al momento de recibirla, sino que duele; pero si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud. (Hebreos 12:11)

No menospreciemos Su disciplina, no nos desanimemos cuando El nos reprende; porque el Señor corrige a quien ama y disciplina al que considera su hijo. (Hebreos 12:5-6)

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