• Hechos, capítulos 15 al 17
Pablo y Silas fueron azotados y puestos en prisión por anunciar el mensaje de salvación. Y encontrándose en el lugar más profundo de la cárcel, con sus pies sujetos al cepo, ellos empezaron a orar y a cantar a Dios. Tenían motivos para quejarse, autocompadecerse, deprimirse o desanimarse... Pero en vez de mirar sus circunstancias negativas, alzaron sus voces para bendecir a Dios en medio de la aflicción. Y mientras alababan, la cárcel tembló y las cadenas los soltaron y Pablo y Silas fueron luego puestos en libertad. Y por el testimonio de ellos, el carcelero y toda su familia creyó en Jesucristo. (Hechos 16:23-34)
Que en la adversidad nuestros labios se abran para adorar al Señor, teniendo la certeza de que El cuida de Sus hijos y está con ellos mientras atraviesan cada valle de sombra de muerte... Glorifiquemos Su nombre en todo tiempo y daremos fruto agradable a El aún en medio de las pruebas más duras.
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