• Hebreos, capítulos 5 al 7
En Cristo tenemos un sumo sacerdote santo, inocente y sin mancha, que se compadece de nuestras debilidades y es poderoso para socorrernos cuando somos tentados, porque El mismo fue tentado en todo, pero sin pecar; y por lo que padeció aprendió la obediencia y llegó a ser el autor de salvación eterna para todos los que le obedecen.
Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros. Gracias a El podemos acercarnos con confianza ante el trono de nuestro Dios, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
(Hebreos 2:18, 4:15, 5:8-9, 7:25-26, Romanos 8:33-34)
No cedamos ante la tentación, tenemos socorro en el Señor para resistirla y salir aprobados de ella.
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman." (Santiago 1:12)
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