• Santiago, capítulos 1 al 3
Seamos prontos para oír, y lentos para hablar y para enojarnos; porque la ira nos impulsa a actuar de manera contraria a la justicia de Dios, y el que no logra refrenar su lengua tampoco puede controlar su cuerpo.
No seamos sabios según los criterios de este mundo. Busquemos la sabiduría que viene de Dios que es pura, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
Pongamos en práctica la palabra del Señor, de nada nos sirve estudiarla y conocerla si no nos ejercitamos en vivir de acuerdo a ella.
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