• Romanos, capítulos 11 al 13
No nos amoldemos al estilo de vida de este mundo, renovemos nuestra manera de pensar para que sea acorde a la voluntad de Dios.
Aborrezcamos lo malo, sigamos lo bueno.
Amemos a nuestros hermanos en la fe con amor fraternal; respetémonos y honrémonos mutuamente.
Hagamos nuestras las necesidades de los que pertenecen al pueblo de Dios, compartiendo con quienes están necesitados.
Bendigamos a quienes nos hacen mal... Bendigamos, y no maldigamos. Ayudemos a nuestros enemigos; si tienen hambre, démosles para comer y si tienen sed, démosles de beber.
Seamos diligentes en nuestro servicio al Señor, según Su Espíritu nos guíe.
Vivamos alegres por la esperanza que tenemos, soportemos con valor los sufrimientos, y no dejemos nunca de orar.
No seamos altivos, acerquémonos a los humildes.
No devolvamos a nadie mal por mal. Procuremos hacer lo bueno.
Busquemos estar en paz con todos. No nos venguemos nosotros mismos, encomendemos nuestras causas en las manos de Dios y dejemos que El sea quien nos haga justicia.
No nos dejemos vencer por lo malo; al contrario, venzamos con el bien el mal.
No tengamos deudas pendientes con nadie. Paguemos a todos lo que les debamos.
Amemos al prójimo como a nosotros mismos.
Desechemos las obras que provienen de las tinieblas y vivamos en luz, decentemente como corresponde a hijos de Dios. No andemos en glotonerías y borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas o envidias.
Revistámonos del Señor Jesucristo, y no satisfagamos los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa. (Romanos 12 y 13)
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