• Apocalipsis, capítulos 4 al 6
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso; el que era, que es y que ha de venir.
Toda gloria, honra y acción de gracias sean al que vive por los siglos de los siglos. Digno es el Señor y Dios nuestro de recibir adoración, porque El creó todas las cosas y por Su voluntad existen.
El Cordero que fue inmolado es digno de alabanza, pues con Su sangre nos ha redimido para nuestro Dios.
¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero! (Apocalipsis 4:8, 11, 12-13)
Dios nos ha mostrado su gran salvación. El ha sido bueno al perdonarnos y derramar sobre nosotros su gracia y misericordia inmerecidas. Somos herederos de Su reino, de Sus promesas, de Sus bondades, y de la vida eterna!! Por la muerte de Jesucristo es que nosotros vivimos, por Sus heridas nosotros somos curados, por sufrir en Su cuerpo el castigo de nuestras culpas es que obtuvimos paz. ¿Cómo no alabar Su nombre? ¿Cómo no darle gracias? ¿Cómo no rendirle toda nuestra adoración cada día?
Que Sus redimidos le exalten, que todos Sus santos le bendigan; nuestros labios anuncien Su fidelidad y nuestros corazones desborden de alegría y gratitud por Su amor que es eterno.
Nunca serán suficientes las palabras para darle al Señor, nuestro Dios, la alabanza que merece.
Bendice alma mía a tu Creador, a tu Rey y Salvador, al único Dios!
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