• Hechos, capítulos 24 al 26
El apóstol Pablo fue un verdadero misionero; él llevó con valor el mensaje de Cristo por Asia y parte de Europa. En sus viajes fue perseguido, azotado, golpeado, encarcelado, apedreado, difamado... padeció todo tipo de peligros, desvelos, hambre, sed, frío, naufragios, ayunos, desnudez, fatiga... además de la preocupación constante que tenía por todas las iglesias. Sin embargo, ninguna de todas estas tribulaciones pudieron separarlo del amor de Cristo Jesús. Aprendió a contentarse cualquiera fuese su situación, y a gozarse en medio del sufrimiento por amor a Cristo.
Completó su carrera realizando fielmente la obra que el Señor le encomendó. Corrió con sus ojos puestos en la meta, para alcanzar el premio que Dios tiene preparado por medio de Jesucristo.
Animémonos a correr como Pablo con diligencia y fidelidad.
Anunciemos donde estemos el mensaje de salvación, gloriándonos sólo en la cruz de Cristo y gozándonos en la adversidad. Que nada ni nadie nos separe del amor que es en Cristo Jesús, Salvador nuestro.
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